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Aprende a lidiar con la culpa en 2 simples pasos!



Siempre he creído que las emociones no están porque sí en nosotras, tienen una función adaptativa y nos permiten identificar situaciones respecto a nosotras mismas y a nuestro entorno. El gran problema, es cuando estas emociones se vuelven excesivamente recurrentes, muy intensas y rígidas, algo que frecuentemente observo en las mujeres con las que trabajo respecto a la CULPA.


Es cierto que esta emoción, igual que otras, tiene una función bien clara, el reparar con otros cuando hemos provocado algún daño, siendo más clara, cuando sentimos culpa por “haber metido las patas”, si ésta es sana nos llevará a efectuar acciones que tengan que ver con reparar el daño causado, como pedir perdón al otro y luego nos permite soltar, sin causarnos más sufrimientos, sin torturarnos.


El gran problema radica en cuando caemos en esa culpa que nos agrede y se convierte en autocrítica. Eso nos tortura, es como si fuéramos víctima y victimario a la vez y caemos en un círculo vicioso que no nos lleva a ningún lado, porque cuando nos sentimos agredidas, castigadas, enjuiciadas, aunque sea por nosotras mismas, tendemos a evitar las situaciones, nos sentimos asfixiadas, confundidas, nos paralizamos, no sabemos qué hacer y no podemos reparar ni encontrar nuevamente el equilibrio entre nuestras necesidades y nuestros códigos.


¿Cómo hacer que la culpa no nos torture?, existen dos estrategias que nos pueden ayudar. Primero debemos revisar cuáles son nuestros códigos o normas. En el caso de las mujeres, desde pequeñas vamos interiorizando normas bastante rígidas, generales y absolutos, como por ejemplo, no es bueno expresar el enojo o debemos hacer felices a los otros. Distinto sería decir, no es bueno expresar el enojo con agresión, gritando, etc. O, debemos mantener un equilibrio entre nuestra felicidad y la de los otros. Por eso la invitación es revisar esas normas y distinguir cuáles son flexibles y adecuadas a un contexto y cuáles no, planteándonos normas más flexibles, adecuadas a nuestro contextos y conscientes.


La segunda herramienta es lograr que tanto culpado y culpador puedan dialogar entre ellos y reconozcan que ambos tienen algo que decir, aunque no sea de la manera adecuada, el culpador de cierta forma nos cuida y nos señala normas que para nosotros son importantes de respetar y el culpado debe manifestar que esta no es la forma de la cual aprende.


Si aplicas cualquiera de estas dos herramientas, o bien ambas, te aseguro que la culpa en ti disminuirá y dejarás de sentir el agobio paralizante, para realizar acciones que te permitan reparar, seguir con tu vida sin autoprovocarte sufrimiento.



 
 
 

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